Veinticinco palabras que cambiaron el mundo

19 Abril 2024

"We wish to suggest a structure for the salt of deoxyribose nucleic acid (D.N.A.). This structure has novel features which are of considerable biological interest".

Se abusa con frecuencia del término “descubrimiento revolucionario”. Sin embargo, en el caso que nos ocupa hoy no existe forma más acertada de describirlo que esa. Y es que el modelo de doble hélice del ADN, que Watson y Crick desarrollaron en un artículo publicado en Nature, supuso exactamente eso, un “descubrimiento revolucionario”.

Probablemente no sería exagerado afirmar que existe un antes y un después de este descubrimiento. Efectivamente, un 25 de abril, pero de 1953, un biólogo, James Watson, y un físico, Francis Crick, escribían las primeras dos frases de un artículo que conmocionó al mundo.

Es evocador imaginar que, quizá, no fueran conscientes de cómo aquellas primeras veinticinco palabras publicadas en Nature no sólo cambiarían sus vidas, sino, aún más importante, cambiarían las nuestras.

El conocimiento de la estructura del ADN nos permitió sentar las bases de la herencia, descubrir el código genético de los seres vivos, abrió las puertas a la posterior secuenciación del genoma humano y, en definitiva, al desarrollo de la biología molecular.

Cada uno de estos aspectos, a su vez, abrió nuevos campos para la investigación y el desarrollo de técnicas médicas.

Pero, aunque con frecuencia se olvide, sobre todo en el ámbito no académico, aquel maravilloso número de abril de Nature contenía dos artículos adicionales que, junto con el de Watson y Crick, complementaban y fundamentaban, desde diferentes aspectos, el descubrimiento de la estructura de doble hélice.

Nos referimos a las aportaciones de Rosalind Franklin y Raymond Gosling (Molecular configuration in sodium thymonucleate) y Maurice Wilkins, W. E. Seeds, A. R. Stokes y H. R. Wilson (Helical structure of crystalline deoxypentose nucleic acid).

Una de las muchas enseñanzas que nos deja el descubrimiento de la estructura del ADN no tiene que ver estrictamente con la biología o la medicina. Sino con algo, digámoslo así, más profundo: la ciencia es un trabajo colaborativo. Las aportaciones del conjunto, incluso en campos que, en apariencia, no están estrechamente relacionados, brindan sus frutos a toda la humanidad.

Aunque atribuida a Bernardo de Chartres, Isaac Newton lo expresó mejor:

"Si he visto más lejos, es poniéndome sobre los hombros de Gigantes"​.

Nos gusta pensar que la razón por la que cada 25 de abril se celebra el Día Internacional del ADN es mantener la memoria de la Ciencia como un proyecto colectivo. Y, por eso, esta fue nuestra modesta contribución.

 

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